
El Castillo (1952)
¿Qué tiene que ocultar el hombre
que levanta las murallas del castillo?
¿Qué tesoro que sin duda asombre,
vale más en el suelo que al desenterrar?
El hombre que irgue una montaña artificial
resguardada por bestias de garra y colmillo
¿aleja al temido invasor,
o teme lo que oculta en lo más profundo de la fortaleza?
Una red de sinuosos y traicioneros caminos.
Donde habría venas, hay pasillos.
Un laberinto con comienzo y sin final.
Desafortunado aquél que perdido vuelve a entrar.
Una luz será la guía.
Todo clavo tiene un martillo.
Todo laberinto, un mapa.
Abre los ojos a la gloriosa verdad,
E ilumina tu camino.


Este poema se encontraba en el poemario del mismo nombre, publicado en 1952. Es reconocido por su enigmática estructura que no parece conformarse con el estilo del resto de sus obras y que presenta un esquema de rimas particular e irregular.
